sábado, 21 de agosto de 2010

La tienda raída...


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Hace algunos años, en mi retiro anual, me vi sometida a tentaciones terribles y al desaliento. Cada tentación que ustedes puedan pensar, yo las tuve esa noche. Camino a Misa a la mañana siguiente, me sentía abatida y deprimida por los ataques y tentaciones de la noche anterior.

Al enfilarme a recibir la Comunión, hice un acto de fe, dije: “Jesús, yo sé que Te estoy recibiendo, pero me siento tan desalentada, tan destrozada y tan indigna de recibirte.”
Fue así como yo me sentí al comulgar. Al recibir la Hostia Sagrada y volver a mi lugar, recibí una clara imagen de una tienda. Recuerdo haber mirado la tienda y pensar: “Vaya, esa pobre tienda está muy maltratada”. Recuerdo haberla examinado y decir: “Debe haber pasado por una tormenta terrible.”

Al llegar a mi banca y arrodillarme, vi que un hombre entraba en la tienda. Me vi a mí misma en la imagen y cómo le decía yo al hombre: “Oh, no, no puede usted entrar ahí, es un desorden. Está toda estropeada. Tiene agujeros muy grandes.”

El hombre me miró, me sonrió y me dijo: “¿Qué quieres decir con eso? Yo vivo aquí adentro.”

En ese momento, entendí que yo era la tienda raída, que había sido estropeada por las tentaciones a pecar, el desaliento y todas esas cosas que me amenazaron durante la noche. Ahora, Jesús me mostraba que, estropeada y todo, Él seguía haciendo Su morada en mí – y que acababa de venir nuevamente a mí bajo la apariencia de la Sagrada Hostia.

Fue algo muy humillante: ¡nunca había pensado en mí misma como una tienda raída! Luego sentí como si Jesús me llevara de nuevo al interior de la tienda. Lo vi sentarse a Su mesa y también yo me senté frente a Él. Él me tomó ambas manos y me habló desde el otro lado de la mesa.

Mientras me hablaba, yo miraba la tienda y decía: “¡Dios mío, mira nada más esta tienda! ¿Qué pensará la gente? ¡Mira esta tienda en tan mal estado!”

Me disculpé y aparté mis manos de las manos de Jesús. Empujé la silla, me levanté y comencé a reparar los agujeros de la tienda. Yo pensaba: “¿Qué dirá la gente si ve estos agujeros?” Me puse inmediatamente a hacer que la tienda se viera bien ante los ojos de otras personas.

Fue entonces cuando sentí que Jesús, muy gentilmente, me obligaba a sentarme de nuevo, y me decía: “Briege, si te preocupas por esos agujeros y por tu tarea de repararlos, vas a olvidarte de Mí. Pero si te preocupas por Mí, Yo repararé tu tienda.”

Entendí que estaba pasando mucho tiempo preocupándome por las tentaciones y por mis pecados, por cómo les iba a hacer frente y por lo que las demás personas pensaban. El Señor me mostró que la conversión y el arrepentimiento tienen lugar cuando sólo nos preocupamos de Jesús y nos volvemos a Él. Y es que si nos preocupamos de Jesús, automáticamente nos apartamos del pecado. No podemos prestar toda nuestra atención a Jesús y al mismo tiempo volver a pecar.
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Todos tenemos que recordar que cuando pecamos, no debemos obsesionarnos con el pecado y seguir pensando en él, sino volvernos a Jesús. Cuando comenzamos a tratar de complacer a Jesús y vivir por Él, entonces Él cambia nuestra vida.

El Señor me enseñó esta segunda lección usando la imagen de la tienda de campaña.
De nuevo, me encontraba sentada a la mesa con Él. Me asomé fuera de la tienda y vi que personas con muchos problemas, enfermedades y dificultades se acercaban a la tienda. Yo dije: “Señor, tengo que irme, porque todas esas personas me necesitan.” Me levanté de un salto y dije: “Dios mío, ¿pero cómo voy a manejar todos esos problemas, a tantas personas y con tantos problemas?”

Mientras estaba parada a la entrada de la tienda tratando de pensar cómo iba a ayudarlas, de nuevo sentí la mano de Jesús haciéndome regresar a Él. Moviendo su dedo índice me dijo con una pequeña sonrisa: “Ellas no vienen a ti para que les resuelvas sus problemas. Ellas sólo vienen a ti porque Yo vivo en ti. Si te levantas y dices: ‘Tengo que hacerlo’, entonces olvidarás que Yo soy quien sana y quien da la paz. Yo soy quien sana a los enfermos. Lo único que necesito de ti es que seas un instrumento. Así que ahora siéntate y déjame a Mí ir a la puerta.”
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Es cierto. Yo no puedo hacerlo. El día que yo crea que puedo, será porque me he escapado y lo he dejado a Él sentado solo en la mesa, en la tienda raída.

El día que yo trate de hacerlo por mí misma, será un día en que quedaré frustrada y cometeré muchos errores. Será el día en que Briege comience a edificar su propio reino en lugar del Reino del Señor.

(Tomado del libro “Los milagros sí ocurren”, de Sister Briege McKenna.)

Para leer el artículo completo ir a:
http://www.tengoseddeti.org/articulos/temas-de-reflexion/la-tienda-raida/#more-423

4 comentarios:

Angelo dijo...

Guau. Menudo relato. Me ha encantado.Me maravilla cuando la gente expresa los actos de fe que realiza antes de la comunión. Siempre me pregunto que se dice cada uno antes de recibir al Señor.
Creo que en el cielo disfrutaremos de esas muestras de amor.
Gracias una vez más

Una Gallega dijo...

De que me suena esas tiendas a mí. Esta tarde a las 5, me voy de peregrinación con mi familia, a un Santuario de La Virgen que se llama “ La Franqueira” que se celebra el día de La Natividad de La Virgen el 8 de Septiembre. Nos lleva unas 8 o 9 horas y no paramos, lo hacemos todos los años. En esta peregrinación comprobé el poder de la oración y como se mete satanás para que no reces. Cada año tardo las 8 horas en convencer a mi familia para que recen un rosario por el camino, lo rezan al final pero para que yo me calle, otros se distancian, para ni siquiera oír, es impresionante, prefieren caminar 8 horas y no rezar un Rosario. Le pediré ayuda a la Virgen para esta tarde, como puedo hacer para que todos recen el Rosario y Jesucristo les toque el Corazón.
Ya os contaré como ternita la peregrinación.

jmp dijo...

si, me ha encantado este texto de S. Briege... que por cierto he descubierto en el libro "El niño escondido" de Sor Emmanuel (que en breve estará por España...)
Un abrazo, gracias a ti por tus visitas Angelo...

jmp dijo...

Galleeegaaaa... disculpa el retraso en publicar tu comentario... mil gracias por tus visitas... espero y deseo de todo corazón que vuestra peregrinación al santuario haya sido fecunda y la Virgen de La Franqueira haya iluminado a tu familia a descubrir los caminos que llevan a Su Hijo...
Un abrazo muy muy fuerte... vuelve pronto... que se te necesita por el norteee