jueves, 16 de septiembre de 2010

Vía Crucis: 2ª estación


Jesús acepta la Cruz
Segunda cruz: aceptar lo cotidiano


Podría haberme defendido o haber exigido que me defiendan.
Podría haber dicho: Soy inocente,¿por qué tendría que padecer?
Sin embargo acepté la cruz sin protestas.

La cruz es cada segundo de la vida. La puedes aceptar o rechazar. Puedes huir de ella o ir a su encuentro.
Yo la acepté.

Ahora sabes dónde puedes encontrarme. Tu fuerza no está en la huida.
¡Cada segundo exige la decisión de dejar lo tuyo para seguirme!
Ésta es la segunda cruz. Pocos la reconocen.
Las personas buscan cruces extraordinarias, pero la cruz está aquí - en la aceptación de lo cotidiano. Por la cruz que aceptas, recibes grandes gracias y tu fe crece como un arroyo en crecida.

(*) (P. Tomislav Ivancic)

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Vía Crucis: 1ª estación


Jesús es condenado a muerte.
Primera cruz: aceptar la condena.

Escucha a Jesús que te dice: A mí me juzgaron y condenaron.
Me condenaron los jefes del estado y de la Iglesia junto a la gente que había escuchado mi mensaje; mis amigos - los apóstoles - se dispersaron. Hasta hace poco me agradecían, se entusiasmaban con los milagros, deseaban tocarme y me prometían la lealtad de la amistad.


Ahora se apartan de mí y le exigen a Pilato que me crucifique. Pilato, extranjero en mi tierra, me quiere salvar, pero mis compatriotas lo fuerzan para que me condene.


La gente a tu alrededor, incluso tus mejores amigos te enjuician y condenan. Esto no significa que seas siempre realmente culpable. Debes saber que nunca puedes confiar plenamente en las personas. Solamente en Dios está la certeza y el sostén inquebrantable.


Esta cruz te libera de las personas en las cuales te apoyas y te insta a que te apoyes en mí. Cuando las personas te enjuician debes venir a mi lado, porque también a mí me enjuiciaron y condenaron. No te resistas cuando te enjuician. La condena no puede destruirte. No te deja solo, sino que te conduce hacia mí y te lleva a la gloria.

Esto es una cruz para ti y para mí. ¡No temas!
La condena es tu puerta hacia mí. En la condena injusta me encontrarás a mí y entonces ya nadie más podrá condenarte.

(*) (P. Tomislav Ivancic)

martes, 14 de septiembre de 2010

Sólo Tú Señor...


Primero, una pregunta directa, dirigida al fondo del alma... por alguién que parece conocerte de toda la vida y que en ese momento da el paso y levanta el telón de muchos años de sospechas... y te prepara para peregrinar...

Unos días después todo re-comienza con una sonrisa que te abraza pidiendo permiso... vaya forma de respetar los tiempos, las formas... vaya ternura... cuanta Verdad, en un instante que deseas que no acabe nunca... y todas tus cosas que pasan por la cabeza... todos tus gestos y palabras y tus pensamientos alborotados con ganas de salir de esa prisión que no se salva sinó es con Él... y los caminos marcados, claros y luminosos... hacia la curación... hacia la Luz... y tanto Amor... que bien se estaba allí... que fácil parecía todo...

Y la vuelta... y las ganas, que se empotran en todos los muros y se salen por todas las curvas...
Sin Tí Señor Dios nuestro no somos nada... no podemos nada...
Sólo Tú Señor... sólo Tú altísimo Jesucristo...