lunes, 11 de junio de 2012

Un corazón solitario...



Hay un corazón que mana, que palpita en el Sagrario,
un corazón solitario que se alimenta de amor.
Es un corazón paciente, es un corazón amigo:
el que habita en el olvido, el corazón de tu Dios...

Es un corazón que ama, un corazón que perdona,
que te conoce y que toma de tu vida lo peor.
Que comenzó esta tarea una tarde en el Calvario,
y que ahora desde el Sagrario, tan solo quiere tu amor

Decidle a todos que vengan
a la fuente de la vida
que hay una historia escondida
dentro de este corazón.

Decidles que hay esperanza,
que todo tiene un sentido,
que Jesucristo está vivo.
Decidles que existe Dios.

Es el corazón que llora en la casa de Betania
el corazón que acompaña a los dos de Emaús.
Es el corazón que al joven rico amó con la mirada,
el que a Pedro perdonaba después de su negación.

Es el corazón en lucha del huerto de los olivos
que, amando a sus enemigos, hizo creer al ladrón.
Es el corazón que salva por su fe a quien se le acerca
que mostró su herida abierta al apóstol de dudó.

martes, 15 de mayo de 2012

El Costo de Entregarse a Cristo



Uno de los métodos más rápidos para perder amigos es entregarse por completo a Dios.

Una vez que uno toma en serio los asuntos espirituales - abandonando todos sus ídolos, apartando los ojos de las cosas de este mundo, volviéndose a Cristo con todo el corazón y teniendo hambre de Él - , de repente se convierte en un "fanático religioso".
Pronto experimentará el peor rechazo de su vida.

¿Por qué ese cambio?
Cuando usted era un cristiano tibio no le causaba molestias a nadie, ni siquiera al diablo. No era ni muy pecador ni muy santo. Era simplemente uno de tantos creyentes mediocres, y su vida era tranquila y sin dificultades. Las personas lo aceptaban.

Pero después usted cambió.
Le dio hambre de Cristo, y ya no pudo seguir tomando a la ligera las cosas de Dios. ... entró en una nueva dimensión de discernimiento y comenzó a ver en la iglesia cosas que nunca antes le habían molestado. Empezó a oír en el púlpito cosas que le partieron el corazón... en resumen, se le abrieron los ojos, se volvió quebrantado y contrito de espíritu, y Dios le dio carga por su iglesia.


¿Resultado?
Ahora sus amigos y sus parientes piensan que está loco...
Si ha experimentado eso, no se desaliente: 

está en buena compañía.

(Tomado del libro "Tenemos hambre de Cristo" de David Wilkerson)